PERROS
DE PRESA
Poco
después del alba, los jueces orinan en los jardines en los que más tarden
jugarán los niños,
luego,
visten la toga y se arrojan sobre los acusados con todo el peso de su
envergadura.
Lloverá
intensamente antes del mediodía y tú estarás descalzo,
lloverá
y lloverá y el duro mineral de los desahucios caerá sobre tu desolada cabeza,
la
negra ley escrita en piel humana con tinta de su sangre.
¿Qué
te queda por ver?
Las
marionetas mueren de inanición en los desvanes,
los
poetas pasan del rojoazul del fuego al ingrávido amarillo de las casas de
reposo,
el
negro rige en trajes de etiqueta
mientras
el cielo muere en los incendios que asolan montes y esperanzas,
perennes
tumbas sin nombre en las cunetas,
ríos
desbordados de noticias falsas,
convoyes
de mujeres a las que pretenden arrebatar su esencia,
jueces,
en fin, al tresbolillo,
como
perros de presa al servicio de su amo.